Había llegado el día, la competición de Sapos, el objetivo era llegar a lo alto de una Montaña.
La expectativa fue tal, que se juntó una gran multitud en las gradas. A las pocas horas de empezar la competición, los avances eran muy pobres, entonces la multitud creyó que nadie lograría alcanzar la cima y se comenzó a escuchar:
“¡Qué pena! Esos sapos no lo van a conseguir… ¡no lo van a conseguir!”
Muchos desistieron.
Había uno que seguía con el mismo empeño del principio y continuaba subiendo en busca de la cima.
La multitud continuaba gritando: “¡Qué pena! Tampoco ese lo va a conseguir”
Muchos sapos miraban a las gradas y se daban por vencidos, pero había un sapito que seguía y seguía tranquilo con la misma fuerza.
Pasaron horas, casi todos desistieron, pero ese sapito, siguió y pudo llegar a la cima con todo su esfuerzo.
Todos los que se habían dado por vencidos quisieron saber la CLAVE, que le había hecho seguir luchando. Al acercarse a felicitarlo y preguntarle cómo había conseguido llegar a la cima descubrieron que ese sapito era sordo.
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